En estas introducciones hemos hablado con amplitud y tendido, como es lógico, a las fusiones de géneros a la hora de explorar los límites de sí mismos. Lo que no se ha tratado tanto, lamentablemente, es el hecho de que los videojuegos, desde su nacimiento, han tendido a mimetizarse de cualquier modo o forma en que se los ponían ellos mismos sin que nadie se sonrojara. O, lo digo de otra manera: apoyados en su origen humilde, se han dedicado a hacer lo que les ha salido por las narices. Entonces, es tan fácil encontrar títulos deportivos como títulos de tiro, títulos de simulación como submarinos y podríamos seguir hasta llegar a aquellos que absorbieron directamente los códigos de otros medios visuales. Algunos, con buen gusto, han intentado, por ejemplo, fusionar la técnica cinematográfica con mecánicas jugables. Otros, más cargados de pretensiones que de saber hacer, estaban más centrados en los encuadres y en escribir un guión que en construir un correcto entramado jugable.
9 Years Of Shadows es, afortunadamente, un título al que no le importa asimilar todas las influencias -jugables o visuales- que interesa para integrarlo en una cuidada estructura de malabares.
Sí, Halberd Games ha desarrollado un metroidvania que se siente clásico en sus mimbres pero no tanto en buena parte de sus referencias. El cuidado arte de pixel de sus escenarios, cinemáticas o gigantescos jefes -de estos hablaremos más adelante- contrasta, en el mejor sentido, con las fantásticas ilustraciones que acompañan los diálogos de la oscura historia de 9 Years Of Shadows. Unas ilustraciones que, como gran parte del propio juego, canalizan un espíritu muy cercano al manga, con referencias al género de las mismas. chicas magicas Saint Seiya -Caballeros del Zodíaco, según su región-, entre otros.

Pero estas referencias no se quedarán únicamente en el sentido visual, pues nuestra protagonista, Europa, y su peludo compañero de cansancio, Apino, verán cómo sus limitadas opciones de combate y exploración se amplían con, como en, armaduras de combate. Siguiendo los cánones clásicos de metroidvania, Europa comenzará su viaje por el gigante Talos con una determinación llena de limitaciones en sus capacidades. En ese momento inicié una dinámica clásica que alterna entre exploración, adquisición de nuevas habilidades, más exploración y, por supuesto, educarte al jefe del área que está a cargo aquí. Nosotros, por supuesto. Pero al margen de restablecer la jerarquía, está claro, pues, que 9 Years Of Shadows sigue, al pie de la letra, el ritmo de evolución de un metroidvania que ya estaba estableciendo Super Metroid. Sin embargo, allí donde Samus acopla accesorios como el lanzador de cohetes a su equipo de caché de recompensas, Europa adquirirá diversas reliquias o, en el mejor de los casos, incorporará a su inventario poderosas armaduras que nos recordarán los mejores episodios de Saint Seiya. Además de esto, nos garantizarán la posibilidad de recurrir libremente a elementos como el agua y la lava y, por ser poco, añadirán a nuestro repertorio ataques de explosión, torbellinos y un plus de color y humedad que es más que suficiente. bienvenidos a un mundo que, como indica el título del juego, está envuelto por las sombras.
Todos estos factores se unen para ofrecer al jugador una aventura que equilibra, con mucho buen tino, exploración, plataformas y acción. Si está claro que 9 Years Of Shadows podría haberlo explorado con mayor profundidad en cuanto a su combate -ampliando el número de ataques desde Europa o variando los tipos de enfoques en función de la armadura que lleváramos equipada-, es nada menos que su delicada equilibrio entre la libertad de perdernos por estar cartografiados y un diseño del yo que sabe conducirnos sin mostrar su mano invisible compensan la sencillez que se pone de manifiesto a la hora de salir a pasear con nuestra alabarda. Ahora bien, en Talos, todos los caminos llevan a algún jefe final y estos, a diferencia de la soldadesca común, si que nos aterrizarán en más de una hora. De tamaño colosal y con intenciones tan intencionadas como grande será su alcance, las huellas contundentes que acompañan a su mecánica arcade pura demostrarán que, quizás, el sistema de vida y escudo que nos acompaña no es tan generoso como pensábamos. Y es que mientras los ataques de los bichillos pudieron tomar una pequeña porción de nuestra barra de luz -que combina las tareas de ser nuestro escudo y ser la energía de nuestros ataques a distancia-, más que un jefe de zona puede ventilar la totalidad de este indicador de un pastel. Detrás de ella, a la espera de los míseros puntos de vida y hasta que podamos recuperar parte de esa barra de luz abrazando a Apino, estaremos vendidos, expuestos y estáticos ante cualquier ataque hasta ese proceso -que, en los momentos más tensos, parecerá eterno para nosotros – fines.
La diferencia con el propio 9 Years Of Shadows es que, siguiendo la tónica del resto de sus apartados, ofrece una duración ajustada sin dejar de lado la variedad de localizaciones. Con todos estos elogios, se podría pensar que estamos ante un metroidvania por modelo: buen diseño, mejor dirección artística e inteligencia y alimento al momento de plantar tu propuesta. Pues bien, por desgracia, hay alguien más que afecta, y de qué manera, el resultado final. En primer lugar, ciertos enemigos demuestran una más que evidente rigidez a la hora de atacar y moverse por el escenario. Así, enfrentarse a ellos resulta sumamente cómodo y facilita, en exceso, recurrir a escenarios que, por otra parte, están diseñados con mano firme tanto para ser descubiertos como cuando recurrimos a ellos a posteriori con nuevas habilidades para explorar. Y aunque hará a quienes este fecho no les afecte en exso almas -, es innegable que el segundo punto está fuera de debate; Me refiero, por desgracia, a la plaga de bichos que asolan el universo que recorreremos por Europa. Cuelgues, salió de la oficina y otros asombro prolongaron -y desilusionaron- un recorrido que, por lo demás, se estaba sintiendo más que ameno. Al menos tengo el consuelo de que con el tiempo, la voluntad y los parches, eres un artista condenado a pulirse.
En el momento en que eso suceda, 9 Years Of Shadows demostrará ser un metroidvania que combina interesantes referencias en el plano jugable y artístico con la inteligencia -algunas muy llamativas para los originales, otras que parecen obligadas a cumplir el género-, el punto justo de exploración que ofrece un diseño preciso de niveles y batallas épicas contra jefes correosos que ponernos contra las cuerdas más de una vez. O, dicho de otra manera: un metroidvania que, apoyada en sus humildes orígenes Kickstarter, se ha dedicado a asimilar toda la influencia que le interesaba e integrarla en un más que correcto entramado jugable.