Todo este tema de los remakes es un tema arduo y, para las ratas, plagado de asperezas. Para encontrar ejemplos de ello, no necesito ir muy lejos: la persona que se suscribió falleció en poco tiempo, manifestando su oposición frontal a la revisión de Resident Evil 4, una de las grandes obras de Capcom. Y sobre este tema, queridos lectores, también existen Las Dos Españas: la de los revisionistas y la de los integristas. Cada facción albergará sus motivos, por supuesto, pero, en mi caso, la vigencia de la jugabilidad original -eso es… que Leon no se mueve y dispara al mismo tiempo, ya me conoces- y el portentoso diseño en la totalidad de sus aspectos prácticos hizo que me pusiera las uñas ante la posibilidad del más mínimo retoque. Ahora bien, ver es creer. Vi, jugué y me entregué a la evidencia de que Resident Evil 4 Remake no solo es un triunfador por derecho sino que, además, será uno de los mejores y más grandes defensores del gigante sobre cuyos hombros se levanta. Pero eso no es lo más importante.
Lo importante es que el turismo rural está en camino: Leon S. Kennedy vuelve a España.
Pero es un giro para nosotros, porque para el pobre sobreviviente de la catástrofe de Raccoon City, todavía está sucediendo por primera vez. Asignado, en esta ocasión, a una unidad ultrasecreta del gobierno norteamericano, su misión no será menor. Al contrario, no queda claro cómo es posible que la búsqueda de la hija del presidente de Estados Unidos pise campo abierto con el único apoyo de dos policías nacionales en lugar de, sea lo que sea, la Fuerza Delta. Detalles al margen, pronto se comprenderá que nuestra querida España es patria de horrores y que los pueblos, salvo en época de fiestas populares, son lugares fríos y poco hospitalarios. Y si aún quedan aldeanos cargando aperos de labranza y médicos con motosierras estropeadas por el parásito que devora la zona, “las pestes”, el panorama para la misión de León es, como poco, tan oscuro como la región que le ha tocado visitar.

Armado con su tapeta icónica, su leal 9 mm y un solo cargador; Viajas demasiado rápido, Leon, y tu brillante personalidad, Leon S. Kennedy no se asustará por las circunstancias. Así es, recuerda, ya que somos, que la “S.” de su nombre es de “Scott” y no de “Spanish”, por su dominio del Castellano es casi tan macarónico como el nuevo doblaje de los ganados, que aunque ahora se suene con mucho más “MI CUERPO” a acciones como un tiro en toda la cabeza. Y puedes respirar tranquilo, porque esos grandes éxitos del videojuego como “Detrás de ti, imbécil”, las clásicas frases ingeniosas de León o las limosnas del buhonero siguen ahí para uso y disfrute de las próximas generaciones.
Pero en solo audio e histrionismo vive el fanático de Resident Evil 4. No tiene que decir que visual y artísticamente es un absoluto escándalo: modelos, decorados o iluminación irradian unos niveles espectaculares tanto de fidelidad como de detalle pero que, atención, palidece si los enfrentamos con el esfuerzo volcado en nuestra querida protagonista. El cuidado mostrado alrededor de nuestro héroe, tanto en sus acabados como en su amplia gama de movimientos, es brutal, con múltiples animaciones para recargas -según táctica o con el cargador agotado… detalles de gilís-, distintas formas de empuñar el arma dependiendo de su distancia frente al objetivo, una gran variedad de golpes cuerpo a cuerpo, esta es la parte que todos estaban esperando, una impecable representación de su pelaje brillante y sedoso.
Todos estos detalles -al menos- conducen, por supuesto, al combate. Si en 2005 los chupitos y patadones eran el alfa y el omega de un título revolucionario, hoy no lo son menos. Eso sí, Capcom ha introducido cambios según los tiempos que corren. No, no vamos a dedicar más espacio del estrictamente necesario para señalar que ahora Leon puede disparar mientras se mueve y realiza, con soltura, otros movimientos habituales del shooter en tercera persona. Sin embargo, si merece la pluma detenerse en el hecho de que estos retoques, así como ciertas mejoras que han sido voladas por el sistema, han conseguido que este remake sea una experiencia muy similar a su antecesor en cuanto a tensión pero muy diferente. si marcamos el ritmo de sus enfrentamientos. Y puede que no lo parezca, pero los mismos engranajes de pesos y contrapesos que hacen que Resident Evil 4 (2005) funcionen como una maquinaria perfectamente engrasada siguen funcionando aquí.
Y no hay que rebuscar demasiado para encontrar buenos ejemplos de ello: que un León cuente con una mayor movilidad y capacidad ofensiva recibe como justo revés a unos ganados -y demás bicherío- de reseñable agresividad. Olvidando esos “stops” telegrafiados que hacían antes de atacarnos porque ahora nos rodearán sin que nadie los mire, nos atacarán mucho más rápido y, por poco, mantendrán el agarre más duro que castigó severamente cada error de cálculo que cometimos. . Ya está, eso no quiere decir, ni por la más remota razón, que nos tengamos que quedar con los brazos cruzados, viendo como Herminio nos lleva al cuello. Nuestra daga de combate ha ganado, por cierto, no pocas funcionalidades, pudiendo equilibrar la balanza de los combates a base de poder desviar cualquier ataque enemigo, ya sea en forma de proyectil o cuerpo a cuerpo. Eso es todo, el coste de la integridad de una hoja que, a fuerza de usarla, se desgastará e incluso podría romperse, teniendo que buscar de la mano de elementos más mundanos como cuchillos de cocina para salvar el papel.
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Esos y otros muchos chismes se dirigirá, como no, a ese inventario icónico que sigue allí, ileso en el tiempo: el maletín. Sin embargo, a pesar de que su estructura básica se mantiene intacta, un buen puñado de mejoras han conseguido que la dinámica a su alrededor sea más ágil. Algunas de ellas no plantean demasiada relevancia -ordenar automáticamente nuestro inventario de peces, peces y visores, por ejemplo-, pero otras ejercerán una importante influencia en el devenir de los enfrentamientos. Pudiendo acceder a nuestros utensilios favoritos a través de los ganchos de la cruceta -ocho, para ser exactos- habrá que, si queremos, las peleas se alargarán rápidamente. Y digo si queremos porque siempre tendrás la posibilidad de entrar en la maleta para mezclar unas hierbas, cambiar de arma equipada y disfrutar de un merecido descanso entre tanto caos y destrucción.
Porque, en definitiva, esa es la sensación que tendremos jugando a este remake de Resident Evil 4: la de estar transitando por una versión mucho más oscura, macabra y caótica del clásico de Capcom. Pero también mucho más contemporáneo. Mejoras como un Ashley mejor diseñado, tanto a nivel artístico como de jugabilidad, así como misiones secundarias o una interfaz mucho más elegante y menos intrusiva -ahora la acción no se detiene tanto al recoger objetos, por ejemplo-, redondean una experiencia en la que todos los cambios apuntan a mejorar. Y, sin embargo, durante todo el tiempo que dura este remake no podemos desprendernos de una sensación de extraña familiaridad. Todos los aciertos y diseño de este Resident Evil 4 se basan en la estructura de aquel coloso que apareció en GameCube allá por 2005. le proponían. Junto a las clásicas exigencias de malabarismo de los últimos años, Capcom ha sabido encontrar aquellos retales en los que había margen de mejora para llevar a cabo una doble labor: emparejarla con los recientes remakes de Resident Evil 2 y 3 y mantener, además, su propia esencia. El resultado, por supuesto, es otra obra maestra. Próxima parada: Código Verónica.