Podemos suponer que, en el momento en que descubras que eres tú quien está armando las letras de este texto, más de uno y más de dos pensarás algo como “pero qué sabrás tú de este tipo de la Liga”. De leyendas”. Y está claro que, si eres honesto, no te faltará razón, porque serás más bueno tomando un poco. Más que incursiones esporádicas, pero jugosas, vía Twitch que me valieron el título de “El Peonzas” -ya hablaremos de esto, ya-, cualquier jugador casual de lo que se suele llamar LOL me rebase fácilmente por derecho. Ahora bien, solo de League Of Legends vive Riot Games y, en un continuo esfuerzo por ampliar sus horizontes, ha ido experimentando con espacios muy alejados de los MOBA o, incluso, de los esports. Buena muestra de ello serían los diversos títulos que componen la iniciativa A League Of Legends Story, una forma de expandir el lore de sus campeones a través de experiencias de corte más clásicas.
Y ahí entra El Buscador de Magos. Y ahí es donde entra tu faceta de RPG de acción. Y, por supuesto, aquí vengo.
Desarrollado por Digital Sun, El buscador de magos nos pone bajo la piel de Sylas, un atormentado canalizador de magia que, tras unos años encadenado por las autoridades de Demacia, escapa de su cautiverio lleno de deseos de libertad y sed de venganza hacia aquellos que una vez que los enrollaron en sus filas. Pero sus primeros pasos tras la huida carecen de rumbo y, sin saber muy bien cómo, acaban en un campamento compuesto por magos rebeldes cuya causa es la libertad. Que quiera acabar con el régimen demaciano y sus malditos cazadores de magos y, de momento, sus objetivos y los de Sylas parecen competir. Pero, ¿qué pasará cuando la venganza se interponga en su camino?, ¿será Sylas un líder o un ejecutor brutal que no verá más que sus propios impulsos vengativos? y, quizás más importante, ¿cuál es la línea que separa un ARPG de un hack ‘n slash?

Estas y otras muchas preguntas se ciernen sobre el horizonte de una Demacia representada, con mano firme, a través de un pixel-art que merece todos los elogios. Tan minimalista como impecable en los enemigos, personajes y animales que nos cruzaremos frente a las costas de nuestra aventura, ahí está para abrir el plan cuando muestra su imponente factura. Tanto las colosales construcciones de las ciudades de Demacia como los paisajes de los terrenos que las rodean están representados con grandilocuencia en cuanto al detalle, si es necesario, y una gran cantidad de elementos interactuables en cualquier caso. Y, por supuesto, en un título en el que la magia es uno de sus ejes, Digital Sun nos obsequia con una colección de efectos visuales de alta escuela: truenos, heladas y bolas de fuego recorrerán el campo de batalla para nuestro disfrute, tanto visual como jugable.
Y esa es una de las principales mecánicas de The Mageseeker, se basa en la habilidad innata de Sylas para absorber los poderes de otros magos. Así, apuntando con el stick derecho y apretando el gatillo izquierdo podemos absorber por nosotros mismos los hechizos de, principalmente, cazadores de magos que, por así decirlo, proclaman mucho que odian a los magos pero bueno que usan la magia en todo momento. Incoherencias ideológicas al margen, esta habilidad nos ayudará a conocer nuevos hechizos que se suman a nuestra lista, pero no estará exenta de handicaps; por un lado, cada vez que absorbamos un poder solo tendremos la capacidad de usarlo una vez y, además, si queremos volver a ejercer el chuptero mágico tenderemos a elegir un nuevo objetivo o centrarnos en otra tarea -generalmente violento – hasta que el enemigo esté nuevamente disponible para él. Y aunque esos periodos no serán muy largos -salvo en algún que otro jefe final con muy malas pulgas-, ahí entrarán en juego nuestras propias habilidades. Sylas es, además de un mago muy versátil, un guerrero que se defiende contundentemente en el cuerpo a cuerpo. De esta forma, y combinando ataques fuertes y rápidos, conseguiremos combos sencillos pero efectivos que harán un uso intensivo de tus cadenas y que, seguro, recordarán a un determinado dios con similares malas pulgas y estampa espartana.
Sin embargo, a diferencia de él, Sylas solo disfrutará de la compañía de aliados, y serán ellos quienes completen el resto de sus habilidades. Algunos mejorarán sus atributos y equipamiento, otros darán acceso a los equipos que vayan descubriendo en los distintos escenarios por los que transitemos y, a medida que avancemos en la aventura, podremos elegir compañeros que añadan movimientos y mejoras a nuestro repertorio. La presencia de estos últimos será testimonial -no habrá figuras presentes en el combate-, pero, al igual que los hechizos que elijamos, repercutirá directamente en la jugabilidad. Y que, al tratarse de una piedra-papel-partidora taumatúrgica, los diferentes elementos que utilicemos -tanto en nuestros golpes como en los hechizos que lancemos- serán más o menos efectivos para cumplir el objetivo que tenemos por delante. A nadie se le escapará que lanzar una tormenta de fuego a un cazador de magos especializado en hechizos de hielo será una buena decisión, pero las cosas se empezarán a complicar cuando los enemigos entren en escena con armaduras que los hacen inmunes a la magia, golems corrosivos y multitud de elementos. como la electricidad, el viento o la naturaleza. El resultado, por supuesto, será el caos. Pero uno entretenido, porque entre nuestros hechizos, los que robamos, los cadenazos y la ingente cantidad de efectos que aparecerán ante nuestros ojos, al final nos encontraremos inmersos en ágiles combates que saben combinar la sencillez y la inmediatez de su mecánica para ofrecernos una gran cantidad de posibilidades.
Y si bien está claro, entonces, que el combate de The Mageseker funciona, no todos los aspectos son igualmente reclamables. Si es bueno agradecer encontrarse ante un RPG de acción cuyos niveles están bien diseñados y desarrollados con precisión, cabe señalar que invertir algo de esfuerzo y tiempo en explorar sus recovecos arroja, en no pocas ocasiones, pocas más. interesantes dividendos para los que buscan Profundizar en la mitología de los personajes que para los que persiguen obtener recompensas con impacto en el malabarista. Pero aunque no siempre sea así y consigamos recursos o voluntarios para las colas de nuestra rebelión, lo seguro es que el sistema de mejora de nuestra base y las ventajas que nos da si cae en un mecanismo demasiado superficial . Enrolarnos en nuestra rebelión a los diferentes magos elementales será una actividad que no requerirá del esfuerzo de nadie, pues se consumará por el mero hecho de avanzar en la historia. Y así, reclutar seguidores para cada uno de ellos será muy sencillo, pues bastará con enviar a esos mismos magos las side-quests en los jugables que se nos ofrecerán junto con nuestras propias misiones y, cuando terminemos éstos, se reportarán en nuestra zona con el resultado de vuestras aventuras. Un buen concepto cuyo jugable impacto acaba diluyéndose pero que, como mínimo, hace crecer nuestra base de operaciones en instalaciones si somos capaces de reforzar lo suficiente las filas de nuestros aliados.
Que, en resumen, es el espíritu que alimenta a The Mageseseeker. Con un diseño de niveles más que correcto y un aspecto artístico innegable, su jugabilidad combina inmediatez, agilidad y elementos originales para ofrecer combates rápidos, contundentes y llenos de magia. Y aunque, en ocasiones, tantos rayos, bolas de fuego y enemigos en pantalla pueden crear situaciones llenas de caos, picardía y confusión, lo cierto es que alternar entre el robot de los hechizos, nuestra propia gente y la cadena limpia se comporta como un fórmula ganadora. No todos los aspectos de El buscador de magos se llevan a cabo con tanta seguridad -está la gestión de nuestros aliados para demostrarlo-, pero cuando pasamos por sus niveles todos se quedan atrás y las aventuras de Sylas y sus desencuentros con, por ejemplo, Garen -efectivamente, “El Peonzas”- demuestra que este título cumple, con crecimiento, la función de expandir el universo de League Of Legends a la vez que ofrece una puerta de entrada a nuevos jugadores.